jueves, 30 de septiembre de 2010

ENTRE ARBOLES Y MONOS

Ahí , muy cerca de Misahualli pero lo suficientemente lejos para
que no lo molesten los incómodos flashes de las cámaras de fotos de los aburridos turistas del primer mundo que vienen aquí a ver lo que en su pais, por la descontrolada ambición, ya no existe (naturaleza), se encontraba Don Ceibo. Con su perfecta amorfidad, como una obra de arte tan perfecta que solo la naturaleza puede ser su creadora
Con sus imponentes 40m de altura y mas de180 años, un gigante que se resiste a caer, en sus raíces se ven las marcas de la destrucción y de la ambicion del animal más animal, heridas abiertas por motosierras, hoy, por suerte ya cicatrices
Ahí, en su copa, orgulloso mantiene firme un mundo, un gran ecosistema con una biodiversidad gigantesca.
Muchos animales disfrutan de él pero hay un animal que con su mente tan retorcida ya se lo imaginó un mueble, un ropero, una cajonera queriendo reducir a tablas a ese maravilloso ser.
El está ahí, en paz. Es como si desde su copa estuviese mirando una película, esperando paciente, ya sabiendo que antes de que él caiga va a ver caer a una destructiva civilización (la gran civilización humana).
Al llegar ahí y meterme en sus gigantescas raíces la sensación fue como recibir un abrazo, un abrazo de fraternidad, de amistad, sin rencores, como tratándome de explicar que vivir, solo cuesta vida. Me dijo yo luché para estar aquí parado, yo lucho todos los días, es una lucha que merece ser peleada y no solo por mi sino por todos lo que de alguna forma dependen de mi.
Con la sensación de haber encontrado un gran amigo me fui alejando, contemplado su copa mirándola una y mil veces para que se grabe en las retinas semejante belleza y tratando de entender el mensaje que me dejó: que merece la pena luchar merece la pena estar y sentirse vivo.
Muchas gracias querido amigo.











Muy cerquita de Puyo, hay un centro de rescate de monos. Aquí llegan monitos, que han sido rescatados, o porque fueron utilizados como mascotas, o porque le mataron a su mamá y quedó huérfano.
Estos huérfanos son sobrevivientes, sobrevivieron la caída del árbol de su madre con él pegado a la espalda, sobrevivieron a unos cuantos perdigones que le quedaron en su cuerpo, sobrevivieron al traslado escondido, donde por lo general se mueren asfixiados, y sufren varias heridas por estar sentados sobre sus propias heces, sobrevivieron a la soledad, a la falta de cariño, porque el que trafica con animales, no me va a decir que los ama, que le gustan y que les da cariño, protección y seguridad a esos pobres indefensos; seria lo mismo que creer que el proxeneta quiere a esas mujeres que se prostituyen para él.
Son sobrevivientes, que a pesar de todo lo que nuestra especie les ha hecho, se te acercan, brindándote cariño, perdonándonos a pesar de todo. Se aprende mucho de ellos, son solidarios, virtud exótica en nuestra especie, los grandes defienden a los pequeños, aunque no sean sus hijos, y los pequeños saben que pueden contar con ellos a la hora de necesitar protección.
Hay varias especies en el centro. Los chorongos, son los más cariñosos, los capuchinos los más inteligentes y organizados, los arañas, los más ágiles, y los ardilla los más simpáticos.
Cada monito tiene su historia, una más dura que la otra, y por eso existen distintos comportamientos, como el de esta monita, que no recuerdo su nombre, pero recuerdo sus ojos.


Ella tiene unos 40 años. Toda su vida estuvo amarrada y fue victima de las más atroces torturas, (ejercida por militares). Cuando llegó al centro no tenia pelo, y la región donde “vivía” es muy frío, así que imagínense ustedes estar atados, sin ropa, sin abrigo, y además ser sometidos a diversas torturas… (parece una historia contada por los presos en época de dictadura, no?). creen que esta monita, puede perdonar a nuestra especie?. Yo creo que no.
En un momento me acerqué (todavía no sabia, que no le gustaban las mujeres, ya que se presume que ha sido una mujer quien la sometía a estos “apremios ilegales”, ya que decir “tortura” es muy impactante, es más blandito creer que son presiones físicas y psicológicas, suena mejor), y traté de hablar con ella, le pregunte cosas, le pedí perdón, ya que sentía mucha vergüenza de ser parte esta especie, y me puse a llorar, porque no podía creer que otras personas iguales a mi, con mi misma conformación física, con un corazón latiendo en el centro del pecho, fueran capaces de tener tanto odio y practicarlo con un ser tan indefenso. Estos monitos se saben defender muy bien del humano, pero en igualdad de condiciones, no estando amarrados.
Ella sacó la mano de la jaula, me agarro la mía, después la soltó, y me miró, me miró con esos ojitos llenos de lagrimas, me miró con esos ojitos llenos de angustia, me miró con esos ojitos llenos de preguntas, me contó y me preguntó ¿por que? ¿Por que me hicieron sufrir tanto, que es lo que hay en esas mentes retorcidas, que les genera tanto odio, por que necesitan someter a otras especies, incluso a su misma especie, por que necesitan ese poder, qué los hace sentirse superiores, creen que son más que yo, porque hablan, por que razonan, por que crean cosas, porque son “homo sapiens”?, yo también pienso, y entiendo muchas cosas, y jamás podría someter a nadie. Ustedes también son parte de la naturaleza, un eslabón más, no son más que nosotros, y no tienen más derecho que nosotros. Tenemos los mismos derechos, el mismo derecho de vivir en esta tierra, de beber agua, de ser libres, y de ser respetados, por sobre todas las cosas. El respeto es la base. Sin respeto no hay nada. Y ustedes no respetan. No respetan a las plantas, ni a los árboles, ni a los pájaros, ni a los animales, ni a ustedes mismos. Y yo fui victima de eso. Pero sobreviví, y aquí estoy. Y a pesar de que no entiendo los por que, se que no soy culpable de nada, soy victima, soy una victima más del ser humano, en todo sentido no solo fui victima de torturas, soy victima y sufro las consecuencias de todas las actividades humanas. De la extracción de petróleo, con todo lo que ello implica, de la tala de árboles, de la contaminación del agua y del aire. Pero sigo sobreviviendo, y seguiremos sobreviviendo, porque nosotros no necesitamos de todas esas cosas, porque nosotros todo lo necesitamos lo buscamos en la naturaleza, y lo conseguimos sin destruirla.
Me retiré llorando, y avergonzada. Con su voz todavía en mi cabecita, porque los escépticos, dirán que no me habló, pero yo les puedo asegurar que si, y fue muy clara.


En este centro, al que concurrimos durante 3 días, unas cuantas horas, hay historias muy duras, otras no tanto, pero si están en este lugar es porque, por algún motivo, han sido sacados de su hábitat.
Cada día son dejados sin madre muchos bebes. Es un negocio, la carne de la mona la venden, y a la cría, también la venden, a algunas como mascotas y otras son sometidas a realizar un largo viaje en barco para ser vendidos en los países “desarrollados” donde son utilizadas para experimentos (decimos experimentos, para no entrar en detalles de que es lo que hacen con estos pobres animales). Los indígenas que viven en la selva, comen monos, porque es lo que hay para comer, los que todavía son concientes, matan la mona, y crían a su cría, y no matan indiscriminadamente. Matan para comer. Pero, los indígenas que ya no viven en la selva, quieren seguir comiendo esa carne, y entonces ahí comienza el negocio. El que esta en la selva, pero tiene hijos estudiando en la ciudad, mata para vender y así tener dinero para sus hijos, sin darse cuenta, o tal vez si, de que lo que están haciendo es acabar rápidamente con una especie. Los animales, la naturaleza siguen siendo las victimas. Por un lado los matan y por el otro le talan la selva, y así los van arrinconando

Aprendimos muchas cosas en esos días, pero por sobre todo, confirmamos que es el respeto lo primordial.























Soy ETZA, fui metida en una caja durante varios años, sin recibir sol, ni aire, ni cariño. Como no recibí sol, mi cuerpo no recibió la vitamina D, y por lo tanto mis huesos se deformaron, y no se desarrollaron correctamente, así como tampoco mi cola y mis manos. No puedo trepar, ni desplazarme como los demás monos, no puedo subir a un árbol, ni utilizar mi cola como lo hacen los demás. Muchas veces para caminar tengo que utilizar la cabeza. Necesito ser alimentada . Puedo agarrar cosas, pero no tengo ni la fuerza ni la motricidad de los otros. Pero aquí estoy, sin rencores, y digo sin rencores porque todavía me acerco a los humanos.


Soy MILTON, cuando era un bebé, mataron a mi madre, y un señor llamado Milton, me recuperó y me trajo hasta aquí. Tengo perdigones en el cuerpo. Ahora tengo 3 años y soy el líder de la manada. Mirando a mí alrededor me doy cuenta de que yo tuve mucha suerte.


Soy SAMBO mi mamá fue asesinada en Curaray. Yo llegue al centro, cuando tenía 5 meses de edad. Como me aterraban las personas, fundamentalmente sus manos, me subí al lomo de mi mama adoptiva, una perra Coker, llamada Paulina, de la cual me baje cuando cumplí un año. A pesar de mi triste pasado, no tengo ni rencor, ni soy agresivo, al contrario soy muy cariñoso con las personas. Y a pesar de ser más grande y más fuerte que Milton, eso de ser líder, es estresante, así que yo prefiero estar relajado y sin problemas.


Soy RAMBO llegue al centro en abril del 2008,con quemaduras en la parte inferior de mi cuerpo y en las manos. También estaba desnutrido. La vecina de mi dueño, me rescato y me trajo aquí. Para mi dueño, yo estoy muerto. Me hicieron un tratamiento durante 4 meses y me recupere

Por lo que habrán apreciado en esta lectura y lecturas anteriores, desde nuestro punto de vista no hay cosa que el ser humano no ha tocado, y todo lo que ha tocado lo ha destruido. No queremos parecer pesimistas, simplemente caminamos, miramos, vemos, sentimos, vivimos, y eso es lo que intentamos plasmar con nuestras palabras. Y hemos aprendido que cualquier ser vivo, ya sea animal o vegetal, de una u otra forma tienen mucho para decirnos, simplemente hay que tener el tiempo disponible para sentarse enfrente de cualquiera y tratar de entenderlo.

jueves, 9 de septiembre de 2010

DESDE ESTE PEQUEÑO GRAN PAIS




En estos días se cumplió un año, desde que decidimos dejar la comodidad de una casa, la seguridad de un trabajo, la tranquilidad de saber donde vamos a dormir a la noche, para aventurarnos en un viaje donde todo es incierto; para aventurarnos en una búsqueda, para correr tras un sueño.
Llevamos un año recorriendo nuestra Mayúscula America, a bordo de nuestra querida Duna móvil, buscando algo, sin saber exactamente que, buscando nuevas formas de vida, diferentes formas de pensamiento, buscando en el exterior algo que seguramente está bien dentro nuestro. Buscando conocer nuevos lugares, nuevas personas, nuevas inquietudes, para así despertar un poco las nuestras y llevarlas a cabo.
Al cabo de un año hemos recorrido muchos kilómetros, conocido muchas personas, muchas de ellas nos han ayudado, y a otras hemos ayudado nosotros, con una palabra, con una enseñanza.
Hace un año que decidimos dejar de cambiar nuestro tiempo por el dinero que te permite pagar las comodidades, para cambiarlo por el dinero que te permite viajar, seguir conociendo, que te permite vivir con la más básico, que te permite trabajar de cuando en cuando y que te permite disfrutar de tu vida y de tu tiempo. Nos dimos cuenta de que se puede. Se puede trabajar para vivir y no vivir para trabajar, teniendo tiempo para relajarse, para disfrutar el uno del otro y de todas las personas que se cruzan en el camino, para aprender nuevas cosas. Solamente hay que proponérselo e intentarlo. Es mucho más fácil de lo que parece.
En esta búsqueda, en este camino, se nos han cruzado muchas personas y personajes, entre ellas este que les voy a contar, que no tuvo mejor idea que cruzarse fugazmente en nuestro camino cuando más lo necesitábamos:
Tenía un aspecto extraño y la mirada diferente, transparente; cuando te miraba, parecía que te miraba el interior, que te miraba el alma.
Cuando comenzó a hablar, automáticamente dejamos de hacer lo que estábamos haciendo. Sus palabras penetraron como flechas, yendo directo al punto, hablando de lo que necesitábamos escuchar.
Nos dijo que era artesano, pero que ya no comercializaba sus artesanías, porque las personas las desvalorizaban, sin tener idea del trabajo que implica hacerlas, que prefería enseñar a quien estuviera dispuesto a aprender, ya que de esa forma obtiene más gratificación.
Nos habló de cómo el “supuesto progreso” viene entorpeciendo y degenerando el aspecto de los lugares; así como la ambición de la gente, donde todo es mercancía, donde todo se vende y se compra al precio más bajo, sin importar la explotación de miles de personas, incluido niños, que trabajan 16 hs por día para abastecer el gran mercado de las cosas baratas.
Nos dijo también que estaba a punto de entrar en paranoia por el miedo que le generaban los seres humanos, que habíamos perdido el vinculo total con la naturaleza, y no solo eso, sino que además usufructuábamos con ella, que la tratabamos como mercancía.
“Muchos se mueren sin siquiera saber que estuvieron vivos” dijo. Yo salí a viajar en búsqueda de algo, y cuando volví me di cuenta que lo tenía muy cerca. “Hay que empezar a trabajar en el patio de atrás, plantar lo que necesitamos; todo lo que necesitamos lo tenemos enfrente, pero se han encargado de vendarnos los ojos” y para finalizar la charla nos dijo: “todo lo que buscas está acá, en tu interior, no busques más” Le preguntamos su nombre, nos dijo Juan Camilo, le dijimos “gracias”
Esta persona no tiene idea, o tal vez si, de lo que encendió dentro nuestro. Necesitábamos de sus palabras, porque en los días anteriores sentíamos que algo no iba bien, que nuestro viaje se había tornado en un viaje para generar dinero y poder seguir, simplemente vender y viajar, vender y viajar, que se nos había ensuciado la mira y necesitábamos limpiarla; que estamos transitando por el camino equivocado, buscando lo que realmente no necesitamos; haciendo lo contrario al propósito del viaje, cuando tenemos el otro camino enfrente y no nos damos cuenta.
Cuando le preguntamos acerca de como hacer para vivir sin dinero, sin generar nada, nos dijo “como ellas -señalando a un grupo de golondrinas que dormían en unos cables- entendiendo la vida, descodificándola. Yo necesito lo mismo que ellas para vivir, y nada más ¿o no somos naturaleza?”.

Mucha gente muere sin siquiera saber que en algún momento estuvieron vivos, mucha gente vive siendo esclavo. ¿Esclavo de qué? Esclavo de un sistema que nos han impuesto y que nos han hecho creer que forma parte de nuestra naturaleza, como la fuerza de gravedad, educándonos para ser simplemente un engranaje ¿o será casualidad que después de la segunda guerra mundial, cuando el mundo estaba en decadencia, para reactivar la economía de un país como Estados Unidos, una persona (Victor Levou) con una sabiduría increíble, y con una maldad un poco mayor dijo: “nuestra economía tan productiva, demanda que hagamos del consumo nuestro modo de vida, que la compra y el uso de bienes se convierta en rito, que busquemos nuestra satisfacción espiritual y del ego en el consumo, necesitamos que las cosas se consuman, se quemen, se reemplacen y se desechen con una velocidad siempre mayor”
Con la intención de algún día globalizar el mundo con esta maravillosa idea. Creo que lo que estamos viviendo hoy, más que una casualidad es una causalidad (cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia).
Vivimos en un sistema sin saber que vivimos en el. Creado por personas egoístas, inescrupulosas, ambiciosas y con una gigantesca maldad. ¿ Vos, alguna vez te preguntaste que sos, quien sos, que haces, por que lo haces? ¿Vos, estas dispuesto a seguir creyendo lo que crees? Todo lo que existe en el universo está dentro tuyo; búscalo ahí.
















“Chau che, nos vemos más adelante, suerte, vayan con cuidado!” Así nos despedimos de los chicos con los cuales habíamos compartido un mes y medio de vivencias de todas clases, así como también nos despedimos de la casa que nos albergó y nos dió tanta comodidad y cobijo. Y vuelta a la ruta, en verdad ya la extrañábamos un poco. Mucha estabilidad, pocas sorpresas, pocas nuevas vivencias, nos estaba haciendo extrañarla.
Nuestro rumbo fue Norte, por la costa hasta Canoa, pero antes de llegar, hicimos parada en Puerto Cayo, donde conocimos a Daniel, que trabajaba en una estación de servicio que al toque, nos dijo que su madre tenía una cabaña (restaurante) en la playa y que nosotros podíamos meter el auto bajo techo y dormir allí.
Nos quedamos dos noches ya que él nos dijo que le interesaría aprender a hacer algo de artesanías, así que nos quedamos para enseñarle. Así que la docente (porque se levanta todos los días a las doce) Noelia le enseñó.





Nos contó varias historias de cuando era pescador (como cuando una ballena en plena noche se enredó con la cuerda del ancla y los arrastró durante 30 minutos, dando saltos muy cerca del bote). Nos explicó como se meten al mar y pasan la noche allí, incluso días, pescando en barcazas que parecen de cartón, realmente los pescadores son unos guerreros, luchando día a día, arriesgando su vida a diario. Tal vez cuando el dinero y las comodidades no existían ingresaban al mar solo a buscar comida y moneda de cambio (cambiar peces por frutas) pero ahora la ambición aumenta al mismo ritmo que disminuye la pesca y de repente trabajan muy duro solo para conseguir 5 dólares porque cada vez hay menos peces. A la ambición del pescador artesanal, se le suma la ambición del pescador industrial. Grandes barcos llamados camaroneros, que hacen pesca de arrastre y matan todo lo que encuentran a su paso, desde peces pequeños, a cangrejos, caracoles, corales, que cometen el error de vivir en el fondo del mar.
Y a la ambición de ambos se suma la crueldad; crueldad y poca conciencia de pescadores, que por el hecho de que una tortuga se enrede en sus redes, y por consiguiente se la rompa o se la enrede, le pegan en la cabeza y la matan, algunos la matan por simple placer y otros hasta comercializan con su caparazón; como si ellas no tuvieran derecho a vivir y como si fuera su culpa que haya miles de kilómetros de redes en su hábitat. También existe la crueldad con los tiburones, hemos visto muchos tiburones, grandes y pequeños, muertos, sabiendo que esos peces no van a llegar a las mesas de las personas con hambre, sino que van a seguir llenando las mesas de las personas enfermas de indigestión. Ellos, que son los que están mas arriba en la pirámide alimenticia del mar, están siendo comercializados, más por sus aletas que por su carne, que en algunos países del este Asiático, se cree que son afrodisíacas, y muchos pagan mucho para tener su miembro viril rígido. Estos animales pagan con sus vidas, y también paga el ecosistema marítimo, y el equilibrio de la vida en el mar.

Nos fuimos de Puerto Cayo contentos por haber dejado una semillita sembrada. De allí nos fuimos hasta Crucita una playa muy turística, y nuestra necesidad principal era bañarnos, sí, bañarnos, algo tan normal e imprescindible como eso, y tan complicado que se torna cuando uno viaja en un auto sin baño. Buscando un lugar le preguntamos a una señora, Graciela, donde podíamos encontrar un lugar para ducharnos, y ella tan normal, nos dijo “si quieren pueden bañarse en casa”, luego del baño, nos volvimos a abrazar con Noelia, después de 5 días de mantener una distancia no menor a 2.5 metros.



Al otro día partimos para Canoa, al llegar a Bahía de Caráquez, en lugar de tomar el barco que en 30 segundos nos hubiera puesto al otro lado de la bahía, decidimos darle la vuelta, y tardar mas de dos horas, porque el camino estaba horrible (moraleja: si no queres putear durante dos horas seguidas, simplemente hay que preguntar como está el camino)
Llegamos a Canoa, y nos acercamos a un bar que decía “yerba mate”, y conocimos “al Che”, un loco que se radicó en Ecuador, nos invitó a pasar y nos dio un libro para que leyéramos: “Son de sones, la vuelta al mundo en 580 días” de una pareja de El Bolsón.
En cierta forma ese libro fue otra señal encontrada en Ecuador.
Estamos intentando que nuestro viaje cobre otro sentido además de viajar y vender, que podamos hacer algo que nos llene el alma, ya que sabemos que es posible viajar con nuestras artesanías. Buscar la forma para sentir que nuestro viaje cobra trascendencia, que nuestros días sean distintos. Este libro nos cuenta que se puede hacer algo diferente. Ellos son payasos artistas, llevan una obra de aquí para allá, enseñan a hacer marionetas y títeres, y llevan la sonrisa a los lugares que la necesitan. Se anotaron como voluntarios en “Payasos sin fronteras” y van llevando lo que saben hacer a los lugares que se les pide. No creemos que esa sea nuestra misión, pero días mas tarde, charlando con Jorge, un artesano ecuatoriano que vive allí, nuestra búsqueda fue tomando un poco más de forma. Él está intentando crear un espacio para los artesanos viajeros, para así generar un intercambio cultural. Según él estamos formando una nueva cultura, y se tienen que generar espacios para intercambiar lo que cada uno hace además de vender.
En cierta forma, nuestra idea es fusionar algo de lo que nos llegó del libro, con algo de los que nos quedó de Jorge. Ahora todo esto está en nuestra cabecita rondando y dando vueltas, esperando a tomar un poco de forma.
Después de varios días de compartir, con Jorge, Nati, Ali y Marco, charlas, anécdotas, y hasta un tan ansiado asadito (no sabemos bien si de vaca, toro, caballo, cebú, hiena, cabra o mamut, pero estaba muy rico), nos despedimos con muchas ganas de hacer algo nuevo, algo diferente.




De Canoa nos fuimos a Pedernales y como teníamos pocas ganas de despedirnos del mar tan pronto, pasamos la noche cerquita del Pacifico, estacionados en las afueras de la ciudad, en un restaurante, donde un pibe de 16 años, Jean Luis, nos dejó estacionar y usar el baño. Anduvimos buscando materiales para trabajar y nos encontramos dos huesos petrificados.
Nos despedimos del Pacifico hasta nuestro próximo encuentro y tomamos rumbo al centro del país.









Después de dos días de viaje llegamos Baños de Agua Santa. Un lugar increíble, maravilloso, un pueblo rodeado de montañas, cascadas, con aguas termales que nacen del volcán Tungurahua, con vertientes de agua pura, con senderos para caminar por las montañas, con ríos de agua cristalina, y con ríos anchos y potentes.
Subimos hasta un lugar llamado la casa del árbol, donde vive un vigía del volcán, y desde allí, lo pudimos apreciar en plenitud. Fuimos privilegiados, cuando de un momento a otro el viento nos jugó a nuestro favor e hizo que las nubes de la cima se fueran corriendo lentamente, y lo pudimos apreciar: gigante, majestuoso con su pico nevado. Este gigante que con su furia podría aplastarnos, estaba ahí, descansando tranquilo, generando paz, y dejándose apreciar. Después de darle las gracias por tanta belleza bajamos a la ciudad para buscar un lugar donde dormir.












Pasamos varios días ahí, fuimos casi sin querer, a un lugar donde un río pequeño de agua caliente se unía a un río de agua fría, dejándonos ver, que la naturaleza nos da todo, que no hacen falta grandes piletas para disfrutar de una agüita sanadora y calentita, y que es muy gratificante ver, como el agua caliente fluye de la tierra.






En Baños también compartimos lindas charlas y momentos con Melisa y Coki, y Marcos y Eugenia, viajeros, nos reencontramos con Hernán, y también nos sucedió algo muy lindo: mientras estábamos en la estación de servicio, un hombre, al leer el cartel del auto, se acercó y nos dio 5 dólares para colaborar con nuestro sueño. Se llamaba Cesar y nos dijo que esa era su forma de ayudarnos. Así como también nos ayudó Lucho el dueño del hostal Patti, que nos dejo bañarnos sin cobrarnos nada.
Hemos encontrado unas hermosas personas en este pequeño gran país.
Salimos de Baños con destino a Río Verde, a ver la cascada “el pailón del diablo” y nos sucedieron muchas cosas lindas. Antes de llegar paramos en otra cascada y estuvimos charlando con un señor que estaba viajando con dos turistas alemanes, él se acerco a ver el auto y nosotros le contamos de nuestro viaje, y nos dijo si podían ver lo que hacíamos, y nos compraron como 30 dólares. Quedamos como impactados, sin poder creer todavía lo que había sucedido.



Al llegar a Río Verde, fuimos a ver la cascada, que nos pareció increíble. Que a pesar de haber conocido Iguazú, no nos dejó de sorprender. Pudimos verla desde su inicio. Estando detrás de esa cascada de agua, que baja con una fuerza increíble, sentimos nuevamente el respeto por la naturaleza, sintiéndonos tan frágiles y pequeños ante semejante fuerza. Nos hizo sentir lo ínfimo que somos, es como si la naturaleza nos dijera “si yo quisiera podría acabarlos en un segundo, pero sin embargo no lo hago”, parece una trabajadora incansable para que nos demos cuenta de que somos lo mismo, somos naturaleza, y lamentablemente nos creemos dueños de ella.










Al regresar de la cascada, charlamos con Mercedes que nos cuidaba el auto a cambio de que le compremos un batido o alguna empanada. Terminamos comiendo en su mesa nuestra comida, y nos invito unos choclos y nos dijo que si queríamos nos dejaba abierta la puerta del baño para que lo utilizáramos en la noche. Nos invitó a desayunar con ella, y nos preparó un rico almuerzo pero lo más importante es que nos abrió su corazón. De todo corazón, muchas gracias Mercedes. (Si alguien pasa por el pailón del diablo, no dejen de probar sus excelentes batidos y empanadas)
Ecuador no deja de sorprendernos no solo por sus paisajes tan variados, sino por su gente, su amabilidad y su riqueza personal.