jueves, 13 de mayo de 2010

DE BOLIVIA A PERU.... SOLO HAY QUE CRUZAR UN LAGO...

Después de pasar por los preparativos para llegar a la mina (ropa, casco, botas, linterna) estábamos listos para empezar a entender que es lo que sienten estas personas que a lo largo de 500 años vienen trabajando cientos de metros bajo tierra.
Antes de ingresar pasamos por el mercado minero a comprar hojas de coca, cigarrillos, alcohol, bicarbonato y algunos refrescos para los mineros ya que para trabajar dentro de la mina, la coca, el alcohol y el tabaco forman parte del ritual que se le hace al “Tiu” que seria el protector de los mineros. Desde los primeros mineros se pide permiso al “Tiu”(Dius) para extraer los minerales. Las ofrendas son la coca, el alcohol y el tabaco y así él los protege durante la jornada de trabajo.
Una vez llegados a la puerta del socavón no pudo faltar la pregunta”¿si siguen sacando piedra y minerales de adentro… en algún momento se va a caer, no?” y el guía sin inmutarse dijo, “Si, si siguen así, en cualquier momento se cae”. Esa respuesta, realmente nos asustó. Ya sin vuelta atrás y con mucho miedo en nuestro interior, emprendimos el descenso…
Bajamos por una escalera de unos cuatro metros que nos introducía ya dentro del cerro. Las primeras sensaciones fueron muy fuertes, lo primero un miedo que se sentía desde el pelo hasta la punta de los pies y junto a eso pensar en los 8 millones de personas que murieron dentro de este mismo cerro sin tener escapatoria alguna por la ambición de unos pocos. Ya 4 metros dentro del cerro seguimos por un túnel de un 1.20 mts de diámetro y 10 de largo donde el miedo se incrementaba, sintiendo la dureza de sus paredes. Después de caminar esos 10 mts salimos a un lugar lo suficientemente amplio como para pararse y estar cómodo y con aire relativamente fresco y ahí realmente la sensación cambió y en lo personal sentí como sus paredes de roca dura se enternecían, fue como si el cerro te quisiera decir “tranquilízate, vení, yo te voy a contar lo que me están haciendo, y te voy a mostrar como me están vaciando” Ahí fue cuando me tranquilice y dejé que el Cerro Rico, me contara todos sus secretos, todas sus historias.
Ya entregados totalmente, empezamos a caminar por los largos túneles (digo túneles porque no se como llamarlos), túneles que al llegar a un punto se abre como una cueva y de ahí salen 4 túneles más, realmente está lleno de agujeros mires por donde mires.
Estuvimos dos horas dentro del cerro, charlamos con algunos mineros, descendimos varios niveles conociendo a varios “tius” y comenzamos a subir por donde habíamos bajado.























Una vez afuera del socavón, estando ahí parado y mirando a mi alrededor, sin poder creer lo que mis ojos habían visto(500 años de historia habían pasado frente a nosotros), todavía no puedo entender como estas personas (algunos porque no tienen otra salida, otros por tradición, y muchos otros por ambición) están ahí, respirando metales, sabiendo que tienen poca esperanza de vida,(ya que la silicosis y la tuberculosis los mata jóvenes).
Y una pregunta me rebotaba en la cabeza: ¿Qué están buscando?. El cerro rico nos hizo entender que ya en sus entrañas no queda nada, que ya se lo llevaron todo. Los países saqueadores se llevaron la plata y la vida de cientos de personas que trabajaban de manera esclava y ahora la de ellos.
Salimos de ahí rumbo a la ciudad dejando atrás al Cerro ya no tan Rico, mirándolo de reojo y diciéndole una y mil veces “gracias”

Ya en la ciudad, fuimos a lo de Charly a quien habíamos conocido la noche anterior y nos invitó a conocer el hogar de huérfanos, (niños, que sus padres no pueden mantener) donde vivió y ahora trabaja, que en la época colonial, fue algo así como una casa de sacerdotes, con una terrible construcción en donde se encontraron varios curas enterrados, muchos de ellos con cruces y anillos de plata (¿adivinen de donde?). Después de una larga caminata por el lugar y una muy interesante charla llegó el momento de despedirnos, de él y de Potosí, con rumbo a “el ojo del Inca”,un lugar a pocos kms de ahí, donde hay un volcán lleno de agua (termal); donde cuentan los lugareños que los Incas a la hora de la conquista, prefirieron tirar todos sus tesoros hacia el volcán, antes de dejárselo arrebatar por los conquistadores.
Más allá de esa historia, este lugar es mágico; existe continuamente una sensación de paz, y estar adentro del ojo, con el agua calentita y rodeados de ese paisaje realmente te llena el alma .












Al otro día salimos con rumbo a Tiquipaya, Cochabamba, a la Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra .
Al llegar a Tiquipaya, estacionamos el auto frente a la plaza y sin bajarnos del auto, dos chicas nos gritaron “ ¿ustedes estaban en Tilcara?”, nosotros alegremente le respondimos que si. Resultaron ser Natalia y Roberta, y para nuestra sorpresa, ellas sabían de una escuela que habían habilitado, donde podíamos poner el auto y pasar los días de la conferencia ahí.
Al llegar a la escuela nos encontramos con una adorable mujer, que era la encargada, Doña Flora.
Para no ser muy extensos con respecto a la conferencia, ya que asistimos a varias charlas y debates, lo que sacamos en claro, lo que nos quedó más claro de lo que ya teníamos, es que realmente la civilización humana está parada al borde de un precipicio; y el consumismo, empujado por el maravilloso sistema capitalista en el que vivimos, nos está invitando a dar un paso al frente.
A lo largo de la conferencia nos reencontramos con los chicos de la MALUCA, Seba, Esteban y Ciru, también, increíblemente, con un grupo de chicos de Oncativo (Cafeto), conocimos a muchas personas con las cuales intercambiamos datos, emails, teléfonos, ya que muchos eran de países por los cuales vamos a pasar, y ellos cordialmente nos invitaron a pasar por sus casas. Entre ellos estaban Manu e Iván, de Venezuela, también viajeros, que hace unos meses viven en La Paz, y nos dijeron que ellos tenían un lugar para dejar el auto y dormir ahí.















Llegamos en caravana a La Paz, con los chicos de la Maluca (quienes cambiaron a Ciru por Nati) y nos instalamos en la casa de Raúl y Sonia. Pasamos 2 noches, conocimos la feria del Alto que nos habían dicho que era única y pudimos corroborarlo, le pusimos 2 zapatitos nuevos adelante a nuestra compañera de viaje, LA DUNA MOVIL, acompañamos a Nati a hacer malabares en el semáforos, y con una sobredosis de ciudad , la decisión fue seguir en caravana hacia Coroico. Una ciudad selvática a 90 kms de La Paz, haciendo el antiguo camino de la muerte que hoy en día está asfaltado. Como queríamos huir de la ciudad, empezamos el ascenso casi de noche. Fue un viaje horrible, porque lloviznaba e hicimos el viaje entre medio de la nubes, no se veía absolutamente nada y ya estábamos cansados.
Llegamos a Coroico lloviendo, llegamos a la plaza, y cuando paró fuimos a dormir enfrente a la Terminal. A la mañana nos despertamos con una vocecita constante que decía 48 veces por minuto “a La Paz, a La Paz, minivan a La Paz!”, así fueron los tres amaneceres.
Salimos a recorrer los senderos y caminos de Coroico. Mucha vegetación, mucha humedad, distintas clases de aves, y un paisaje de montaña maravilloso. Había árboles de mandarinas y naranjas por doquier, al alcance de la mano y también de bananas, pero estaban verdes. Nos hicimos una panzada de mandarinas.
Estuvimos vendiendo en la plaza y el paseo de artesanos, conocimos a Alicia y Marco que también están viajando. Hicimos una caminata hasta una cascada (después nos enteramos que habían más!) y emprendimos nuestro regreso, hacia La Paz, con la idea de parar en Chuspipata, para hacer una caminata por el camino de la muerte (el que no asfaltaron), pero en el camino, la Maluca, se rompió, y a duras penas llegamos a una estación de servicio, atendida por Esteban, una persona más que amable, que nos ofreció madera para quemar, y al otro día, que amaneció lloviendo, nos ofreció un tinglado para meternos abajo, donde hicimos fuego, cocinamos y tratamos de aprovechar el tiempo, mientras Seba fue a La Paz a comprar los repuestos.
Al otro día amaneció hermoso, pero la caminata por el camino de la muerte quedó para otra oportunidad, ya que emprendimos nuestro camino hacia Perú, ya que mi pasaporte se vencía pronto y no sabíamos si nos iban a dejar entrar con DNI

















Llegamos a Desaguadero, hicimos los tramites de aduana y migraciones (me dejaron entrar con el DNI). La policía ni nos revisó, al contrario, nos desearon suerte en el viaje, y entre risas salimos con rumbo a Puno. Ya estamos en Perú!!!!!!!


Desde antes de dejar Bolivia, se comienza a ver el lago Titikaka, que es el lago navegable más alto del mundo aproximadamente, 3800mts sobre el nivel del mar. El significado de la palabra, es puma de piedra. Antes era de agua salada pero con el paso de los años, las lluvias y la afluencia de los ríos se volvió dulce. El lago pertenece a Bolivia y Perú. Existen varias islas, entre ellas Taquile, la que visitamos desde Puno, es una isla que es una montaña que está trabajada en andenes o terrazas donde cultivan cereales y tubérculos.
El nombre de la isla en quechua es Intitika, que significa flor de sol. Desde la cima se puede ver el inmenso y hermoso lago y el agua es muy cristalina en sus orillas. Para llegar se tarda 3 horas en lancha.
También visitamos las islas flotantes de los Uros, “la Urofarsa”, la hemos denominado así, porque resulta ser, que son descendientes de Uros, pero ya no viven más como ellos, pero sin embargo quieren hacerte creer que si lo hacen. Los tipos todas las mañanas tempranito se visten con sus ropas típicas y llegan a la isla flotante y a la tardecita se van a dormir al continente. Al mejor estilo Holliwood, te arman una obra de teatro increíble para que los turistas (los que se comen el verso) le crean la farsa. Una obra armada para el turismo. Ellos están todo el día ahí, mantienen la isla, comen ahí, lavan su ropa, pero ya no viven como lo hacían antes, pero intentan hacértelo creer.
Es como que desde el primer momento te están vendiendo. Todo, hasta una conversación gira entorno a que le compres, o le des propina. Después nos enteramos que ni siquiera ellos hacen sus artesanías. Es muy fuerte, porque te sentís estafado, avasallado. ¿Como una cultura milenaria se volvió tan comercial? Es algo que no me entra en la cabeza (¿será que el capitalismo hizo bien su trabajo?
En la isla Taquile no sucedió lo mismo, las personas eran más sensatas, no actuaban, ni te vendían (y ellos si que hacían sus tejidos!)













Salimos de Puno con rumbo a Cusco, un poco desilusionados y con 50 dólares menos ya que lamentablemente, en Perú existe un seguro obligatorio, llamado SOAT, que no se puede sacar por menos de un año, siendo que nos dan solamente 90 días no renovables para estar en el país. Y para colmo, saliendo de Juliaca, nos para un policía porque no teníamos el cinturón puesto, para nuestra suerte, arreglamos una multa de 280 soles (100 dólares) con un llaverito con la letra M y un collar.
Decidimos parar en un pueblo llamado Ayaviri, donde hoy estamos, ya que nos recibieron muy bien, no solo pudimos vender sino que conocimos personas muy agradables. Entre ellos, Rafael, que nos invitó a tomar chocolate caliente una de las noches que estábamos con mucho frío en la plaza, Enzo, que nos trajo el almuerzo al mediodía (kankacho: cordero), doña Rosa, la dueña de la habitación donde estamos, que a cada rato nos invita con comidas típicas, Jennifer que nos invita con comidas norteñas, un señor que nos dio unos poemas hacia la pachamama para que los difundamos en nuestro viaje, entre otros.
En un momento de nuestro viaje, una persona nos dijo, “los lugares te atrapan o te botan”, nosotros creemos que Ayaviri, nos atrapó.