viernes, 11 de junio de 2010

EN LA TIERRA DE LOS INCAS...

Bueno acá estamos, en Nazca, en una plaza donde pasan miles de autos y muchos pero muchos extranjeros, y ustedes se preguntaran, como llegamos, eso es lo que voy a tratar de contarles, tratando de hacerles sentir cada uno de nuestros sentimientos.
Al salir de Ayaviri, el destino era Cusco, una ciudad que nos despertaba curiosidad por todo lo que ella significa. En el camino fuimos poco a poco metiéndonos en el corazón de lo que fue una de las civilizaciones mas avanzada de América. Fuimos viendo como construían en las montañas, viendo también sembradíos a gran altura que todavía usan los pueblos de hoy, corrales para el ganado, todos hechos de pirca (muros de piedra) a gran altura. Después de un par de horas de ver esa forma de construcción, no podía faltar la pregunta ¿Por qué construían todo tan alto?.
Y de repente… ya estábamos en Cusco. Fue una odisea encontrar un estacionamiento para nuestra Duna, en ese mar de autos y personas, que cuando le preguntas a alguien, todos dicen “ para allá, para allá, de frente no más”. Una vez en el estacionamiento, le preguntamos a la dueña si podíamos dormir dentro del auto, y la dueña con “cara de indio que perdió el hachita” nos dice “ ¿pero arriba del carro?” y nosotros muy sonrientes, dijimos “si, como siempre” y ella dijo “bueno” sin entender del todo lo que le habíamos preguntado.
Salimos a recorrer esa ciudad tan mística y con tanta historia. Quisiera aclarar antes de seguir, que cada uno de nosotros ve de una ciudad o de un lugar especifico, lo que quiere ver, y encuentra lo que va a buscar, nosotros, sin ánimos de ofender a nadie, no somos esa clase de turista, que solo busca fotos o decir “yo estuve en tal lugar”, nosotros intentamos relacionarnos con la gente del lugar para ver que es lo que tienen para contar.
A Cusco fuimos a buscar restos vivos de una gran civilización, (para intentar aprender de su cultura),nuestra ilusión era encontrar alguna forma diferente de ver la realidad, algo que nos hiciera entender quienes fueron los Incas, como veían ellos la vida, sus dioses, su sabiduría, y ¿adivinen que?, encontramos un Shopping, al mejor estilo Las Vegas, donde todo se vende y todo se compra. Nos sorprendió lo globalizada que está, una ciudad histórica transformada culturalmente para que el extranjero se sienta como en su casa, con “seven eleven””atm” “radio shack” “banco scotia” “Mc Basura” muchos carteles en ingles, hoteles de lujo, todo para que el extranjero adinerado se sienta seguro como en su país. De los Incas encontramos sus impresionantes construcciones en piedra, (sin saber aun como fueron construidas), muros, la piedra de los 12 ángulos, también vimos como en el templo del sol construido por los Incas, la mano mágica del señor, construyó un convento con su bellisima Iglesia.
Muros pre-incaicos, muros incaicos, construcciones coloniales y globalización. La decadencia en la que vivimos la podemos ver ahí, muchas épocas juntas y la peor de todas, la era del materialismo, el individualismo, el egoísmo, y la diferencia de clases dependiendo en que parte del mundo naciste, todas juntas están en Cusco.
Luego de recorrer un poco fuimos a comer a un restaurante de primera, donde el menú salía 2.5 soles (menos de un dólar), dejen volar su imaginación! Y ahí encontramos a la primer persona que estábamos buscando, un joven cuzqueño llamado Walter, que nos aclaró un poco como está todo armadito para sacar plata con cada cosa Incaica o pre-incaica que se cruce. Ahí fue que nos enteramos que toda la información que manejan los guías son suposiciones, que nada es 100% verdad, pero el negocio no se puede perder, lo que no se sabe se inventa.


DECORAMOS LA DUNA PARA UN DESFILE EN AYAVIRI














Después de tanta información, nos fuimos a dormir, para salir al otro día rumbo a Pisaq, lugar ubicado en el valle sagrado de los Incas, donde se encontraba Nati, (amiga conocida en Tiquipaya, Bolivia). Llegamos y a los 15 minutos la encontramos, y entre abrazos y saludos, nos dijo que había un lugar para acampar gratis, y por supuesto ahí fuimos. Después de estar dos días intentando vender una de nuestras artesanías, nos dimos cuenta que era mas fácil vender hielo en la Antartida, y por votación unánime, partimos hacia Urubamba, donde iba a haber una fiesta. Y si, una gran fiesta, una fiesta gigante, increíblemente en medio del valle sagrado Inca, una fiesta adorando a un santo cristiano. Pero bueno, pusimos el parche y pudimos vender algo, después de tanta sequía. Ahí nos encontramos con Alicia y Marco, amigos conocidos en Coroico. Y después de dos días de fiesta nos despedimos de Nati, quien retornaba a Argentina, y nosotros con los chicos salimos rumbo a Ollantaytambo. Fuimos los 4 en la dunita, que se viene bancando todo, y al llegar a Ollantaytambo nos encontramos con una construcción increíble, terrazas de cultivos, caseríos, una construcción enclavada en la montaña, que al querer entrar, nos salieron con una cantidad de soles que ni vendiendo la duna, los amigos y Noelia, alcanzaba para entrar, mirando y buscando que era que lo que se podía conocer gratis, aparte de la plaza del pueblo, una persona nos dijo que a la parte de los graneros y corrales se podía ingresar gratis, por supuesto que las construcciones quedaban arriba de la montaña, así que emprendimos el ascenso. Y la pregunta que seguía resonando era ¿Por qué construyen tan alto? ¿Por qué lo harían, que buscaban con ello? Y la respuesta llegó horas más tarde. El Inca quería igualarse al cóndor y tener la agilidad del felino. Para tratar de ser como el cóndor, tenían que elevarse, estar mas arriba, por eso construían en las montañas. Por supuesto eran una civilización que a nivel espiritual estaban muy avanzados y veían y sentían muy diferente. Tenían muy bien desarrollados los sentidos, y sus inquietudes y su vida pasaban por otro lado. Entre su vida, su civilización y la nuestra existe un abismo, ellos abocados a perfeccionarse, a evolucionar, tomando como ejemplo a la naturaleza, nosotros involucionando, abocados a idiotizarnos, usando como medio a la tecnología que destruye la naturaleza, ellos queriendo ser únicos, nosotros buscando ser iguales los unos con los otros, ellos cerrándose en su cultura sin querer volcar lo que sabían, por motivos lógicos, los conquistadores vinieron a destruir, no a aprender, nosotros globalizándonos, siendo igualitos, queriendo las mismas cosas (materiales), vistiéndonos iguales que los europeos, los chinos, los estadounidenses, inhumanizandonos cada vez mas, chateando en vez de charlando, viéndonos por cámara web, en vez de abrazarnos, no pretendo parecerme a los Incas, pero si tan solo aprendiéramos a vivir en sintonía con la naturaleza, todo seria diferente. Respetando, observando, tratando de aprender de ella. ¿Cómo hacemos? ¿Cómo hacemos para sentirnos parte de la naturaleza cuando la contaminamos, la violamos, la envenenamos? ¿Cómo hacemos para sincronizarnos con el universo cuando al silencio le ponemos música, cuando a la oscuridad le ponemos luz?
















Volviendo a Ollanta, al bajar de la montaña nos metimos a una fiesta donde nos invitaron cerveza, chicha, bailamos y disfrutamos de su fiesta aun sin entenderla. Conocimos al chino, quien nos contó lo del cóndor, y nos contó que es descendiente Inca, contándonos también que los abuelos Incas, los que realmente tienen la sabiduría, se mueren sin contar ciertos secretos, ni siquiera a los mismos descendientes, porque se dan cuenta cual es el rumbo que esta tomando esta civilización y prefieren morir con ciertas recetas, con ciertas historias, a contarlas y que sean mal utilizadas.
De esa casa nos fuimos a otra. Salimos buscando un lugar para ir a comer y entramos ahí donde justo estaban sirviendo la comida, la dueña de casa, Maritza, nos recibió de maravillas y nos dijo que podíamos armar la carpa en el patio. La verdad la pasamos muy bien. La confianza de Maritza nos hizo dar cuenta de que las personas que estamos buscando existen; y que la confianza no hay que perderla, sino dejaríamos de ser solidarios y de ayudarnos los unos a los otros.









De Ollanta regresamos a Cusco, en el camino conocimos a un grupo de chicas, entre ellas a Mariluz, que nos enseño a tejer otro tipo de pulsera, muy bonita, y en Cusco nos hospedamos 2 días en el Hostal donde estaban Ali y Marco.
Y dejamos Cusco, y el valle sagrado y a esa postal que tanto habíamos soñado ver con nuestros propios ojos, no la vimos, y no la vimos a conciencia, no por no tener plata para verla, no la vimos porque nos cansamos en tan pocos días de tantos circuitos turístico, de tanto circo turístico en un lugar tan especial. Es ridículo que un lugar como Machu Picchu, construido por Incas, esté enriqueciendo a alguien que ni siquiera es peruano. Es ridículo que un norteamericano con bandera chilena, tenga la concesión y se este llenando los bolsillos con algo que ni siquiera le pertenece. Es ridículo que hasta los peruanos tengan que pagar por un lugar que esta en su país y les pertenece
Y decidimos respetar el lugar, respetar a quienes lo construyeron, y no ir, no ser parte de la maquinaria que lo alimenta. Decir no y hacernos cargo de decir “no fuimos a Machu Picchu” no fuimos a Machu Picchu por respeto.













De Cusco nos fuimos hacia Abancay, nos pusimos a vender en la plaza de esta ciudad. Tuvimos la suerte de que a la gente le gusta combinar el color de los aritos (aretes, caravanas, pendientes) con el de la remera y el cinto y tuvimos unas buenas ventas. Contentos decidimos quedarnos el fin de semana, y el lunes emprendimos nuestro viaje hacia la ciudad de Nazca.
Agradecemos nuevamente e infinitamente a quienes nos siguen en nuestro viaje y nos apoyan, escribiendonos y leyendo lo que escribimos....graciassssss