martes, 23 de febrero de 2010

DOS MESES EN EL PARAISO (INUNDABLE)



Después de dos largos meses intensamente vividos, queríamos compartir con ustedes algunas de nuestras experiencias, en apenas dos meses, ustedes se preguntaran cuantas cosas interesantes pueden haberles pasado; la realidad es que no fueron muchas pero las pocas cosas, nos han dejado algunas enseñanzas.
Salimos de Palmitas hacia Santa Ana, Colonia, lugar elegido para hacer la temporada ya que después de hacer un recuento de nuestro activo llegamos a la conclusión de que estábamos en quiebra; veníamos, con toda la ilusión de acampar dos meses gratis y poder vender nuestras artesanías, como halcón en pleno vuelo disfrutando de sonidos y aromas diferentes y de repente un enorme cartel con la inscripción “prohibido acampar” nos bajó como de un ramazo a la cruel realidad, si señores, parece ser que a algunos de los vecinos de nuestra residencial Santa Ana, no les gusta compartir con gente de extraña procedencia la belleza de ese lugar.

Luego de dar un par de vueltas, sin saber que hacer (pero sabiendo que alguien iba a aparecer para salvarnos) decidimos ir a preguntar al otro camping cuanto nos costaba por día acampar ahí, y pasado a pulseras, eran como 186, nada poco, ya que en ese momento era todo nuestro stock. Sin pensarlo demasiado armamos nuestra carpa para sol y nos quedamos ahí por dos días, porque como ya les había comentado nuestro salvador no tardaría mucho en aparecer. Al otro día, Noelia salio a vender y conoció a Federico, un artesano en una búsqueda muy especial que había comprado un terrenito en Santa Ana y estaba haciendose una cabaña, sin dudar esta persona nos dijo que si queríamos acampar él tenia el terreno disponible, nos dijo que el terreno tenía solo luz y muchos mosquitos. Al otro día se vino nuestra mudanza número 1863 hacia el terreno de nuestro amigo Fede.








Ya en ese lugar, de a poquito nuestra estadía en Santa Ana se fue haciendo más monótona, todos los días poníamos el puesto en el mismo lugar, yo lo atendía mientras Noelia salía a caminar la playa, unos 4 kms por día, esas caminatas fueron las que día a día fueron esculpiendo esas curvas tan irresistibles de mi morocha.
El mes de enero fue pasando sin muchas alteraciones, conociendo un par de personajes como Carlitos, Jorgito y Aparicio, unos chicos del Cotolengo que pasaban el verano en Santa Ana, con ellos compartimos largas charlas aprendiendo de ellos un montón, su frescura, su humor, su amor, y sobre todo su inocencia algo que muchos ya perdieron, ellos nos dejaron un montón de aprendizajes en nuestros corazones. Otro personaje fue Renzo un mecánico, amigo de Fede quien nos sacó y arregló el alternador perdiendo casi toda la mañana sin cobrarnos un peso simplemente porque le gustó nuestra historia. Gonzalo y Yolanda, la gente del camping, Nora y Raúl que nos daban la posibilidad una vez cada tanto de sentir esa cosa maravillosa acariciando nuestros cuerpos (el agua caliente) ya que todas nuestras duchas eran con agua fría. También conocimos a un grupo de bicicleteros que un buen día decidieron salir sin rumbo fijo en bicicletas poco preparadas para la función de recorrer cientos de kilómetros con bajadas y subidas pronunciadas, dándonos una lección: “lo que se necesita no es una súper bici, son las ganas de hacer algo que uno quiere”.








Aparicio, Carlitos y Jorgito



la incansable Nora


Al iniciar febrero nos fuimos a Montevideo ya que habíamos comprado las entradas para ver a Sabina, ya que no sabíamos si íbamos a tener otra oportunidad como esta para verlo. Al llegar a Montevideo se dio una situación que ahora comprendemos, fue muy buena, ya que no teníamos donde ir a parar, todos nuestros conocidos tenían problemas para hospedarnos, el que no tenia visita, tenia algún otro problema y no podían darnos una mano, igualmente agradecemos todos sus esfuerzos, hasta que Noelia me dice “la que nos queda es llamar a mi tía Graciela, ella es encargada en una pensión y tal vez tenga algún lugar para tirar dos colchones”, la llamamos y nos dijo que fuéramos. Al llegar nos recibió muy amablemente y después de una mateada de 3 horas, nos llevó a la pieza donde pasaríamos 3 días maravillosos. Tuvimos la suerte de caer a esa pensión ya que conocimos a dos excelentes personas, Graciela, la tía de Noelia y Luis su pareja, que nos brindaron todo y nos hicieron sentir muy a gusto, preocupándose por nuestras necesidades y enseñándonos que no hace falta tener una casa grande sino un corazón grande; no nos queda más que decirle “gracias”.










Decidimos volver a Santa Ana, después de disfrutar de Sabina y del desfile de llamadas de Carnaval; al llegar sacamos el auto del camping, ya que lo habíamos dejado al buen cuidado de Nora, y al llegar la noche nos fuimos a nuestro campamento.
Llovió toda la noche a partir de las 10, a eso de las 4 de la mañana, me desperté por vigésima cuarta vez ya que se me había hecho muy difícil dormir, y al sentir mi espalda húmeda se me da por tocar el piso de la carpa y era un río que pasaba por abajo, la miré a Noelia con toda mi preocupación y ella dormía profundamente como una reina en su castillo, con la diferencia de que nuestro castillo se estaba inundando, la llamo y le digo, “Noe se nos inunda la carpa, vamos a la casa del vecino”, y ella se sentó, me miró y me dijo serenamente “¿será necesario?”. Hay cosas de Noelia que son increíbles, se nos estaba inundando el quincho y ella quería seguir durmiendo. Esa noche, habíamos dejado el auto en la casa del vecino (menos mal) sin pensarlo abandonamos nuestro campamento inundado y nos fuimos a lo del vecino, creyendo que ahí se terminaría la odisea, pero resultó ser el comienzo.
Llegamos a la casa con la cordial bienvenida de Maleva, una perra que cuida la casa, acomodamos unos bancos para seguir durmiendo bajo el alero y nos acostamos, llovía sin parar y en realidad yo no estaba muy tranquilo, pero entre mi pensaba “¿acá que puede pasar? Relájate Richi” entre pensamiento y pensamiento veo que desde la calle empieza a subir el agua, mi primera reacción fue juntar los juguetes que el agua se estaba llevando, pero en menos de 3 minutos, el agua ya estaba a la altura de las rodillas, el auto estaba estacionado, tapado con el nailon por la lluvia, pero nunca nos imaginamos que el agua vendría de abajo, estaba tapado de agua hasta las luces delanteras, en ese momento no sabia que hacer, le dije a Noelia que se nos había inundado el auto, salimos corriendo, sacamos el nailon y cuando abro la puerta, el agua llegaba a los asientos, abrí el capot, saqué el bornes de la batería (todavía no se para que y si era necesario o no) y lo empujamos hacia la parte mas alta de la casa, ahí el agua le llegaba justo arriba de la patente, nos sentamos con Noelia y Maleva a contemplar el desastre cuando se me cruzó por la cabeza que los papeles del auto, nuestros documentos y toda la plata que habíamos juntado en nuestro mes trabajo, que no era mucho pero era todo lo que teníamos, estaban en el auto, salimos corriendo hacia el auto y Noelia sacó el sobre de abajo del agua y con una desilusión muy grande metí la mano y sentí una pachoca de papel mojado, desesperados sacamos un toallon medio húmedo y empezamos a despegar billete por billete poniéndolo en el toallon y tratando de secarlos, con el pequeño detalle de que no había luz, teníamos el agua en las rodillas y nuestra única linterna se había mojado, así que a la luz de la pantalla del celular de Noelia, separamos y guardamos nuestro esfuerzo de un mes sin saber si se iban a recuperar después de semejante chapuzón. Por suerte los documentos y papeles del auto no estaban ahí.







El agua, con la misma rapidez con la que llegó, se fue, lo que no podemos decir es “se fue sin dejar rastro”, ya que hizo mucho daño.

Ya sin agua bajo los pies y con los primeros rayos solares, prendimos unas velas y secamos uno a uno los billetes que por suerte se recuperaron sin lesiones.




Dormimos un rato y cuando nos despertamos, lo primero que queríamos hacer era salir de ese lugar, revisé el auto con mi poca experiencia, y creí que estaba en condiciones de llevarnos hasta Palmitas, una vez allí, fuimos a lo de nuestro mecánico amigo, Paco, a ver como se encontraba de salud nuestro compañero de viaje “la Duna móvil”. Paco se fijó en la caja de velocidad y había entrado un poco de agua.

Sacando un poco la cuenta, la sacamos regalada, el auto siempre dormía en la calle, el arroyo que se desbordó estaba a unos 200 mts y usó esa calle como canal de desagote hacia el río, en la calle el agua llegó aproximadamente al metro y medio, por lo tanto si el auto hubiese estado ahí, se lo hubiese llevado. Pero todo esto no pasó, para que nos vamos a hacer problema de algo que no pasó. Lo que si, fue una señal para darnos cuenta de que ya en Santa Ana no había mucho más por hacer. En Palmitas nos secamos, y volvimos para despedirnos de la gente que habíamos conocido y que nos habían ayudado, estuvimos 6 días más ahí, durmiendo arriba del auto ya que el susto todavía duraba, y decidimos ir a otra playa llamada La Agraciada, para tomarnos unas vacaciones dentro de nuestras vacaciones, creyendo que ahí no iba a haber gente, pero resultó ser que gente había, así que tuvimos la posibilidad de disfrutar y encima vender nuestras artesanías.




Intentando cerrar esta historia hay una sola palabra que se me cruza por mi corazón, y es: GRACIAS a toda la gente que se cruzó por nuestro camino y nos dejó un poquito de si en nuestros corazones, simplemente, GRACIAS.

Y si alguno de ustedes se pregunta que fue de la fístula y de nuestro regreso, les cuento que la fístula esta siendo tratada con homeopatía, fuerza de fe y una dieta a base de fibras que me hizo bajar 15 kilos (que en realidad extraño) y de nuestro regreso a Córdoba no quedó nada. Regresaremos a Córdoba cuando hayamos cumplido nuestro sueño, ahora nuestro Duna, como una Duna de arena que se mueve con el viento, se mueve hacia el Norte. Bolivia nos espera



Navidad con familiares y amigos


con la visita de Willi



atardecer en Santa Ana


fogata en la playa

lavando ropa


cocinando a fuego



atardecer en la playa




dandole una mano a Fede


preparando nuestro cartel para la Duna movil




esto es lo que estoy viendo



panificadora "coleccionando", pan artesanal sin conservantes


nuestra nueva casa


sandwich de verduras artesanal, envios a domicilio sin cargo



en La Agraciada